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Periodista e Historiador UC. Hice mi práctica en The Clinic, y publiqué algunas cosas en el sitio Kilómetro Cero de mi Facultad. De ambos sitios proviene la mayoría del contenido de este blog, donde aspiro a reunir sino mis mejores trabajos, por lo menos los que me han dejado más satisfecho.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Castillos de Chile

A lo largo de nuestro país existen distintas construcciones que emulan las características de los castillos europeos. Torreones, murallas altas y almenas son algunos de los elementos que decoran a estas construcciones, buscando imitar, a pequeña escala, el ideal de fortaleza medieval. Aunque no existe una clasificación clara desde la arquitectura para este tipo de construcción, la denominación popular ha bautizado como castillos a distintas casonas, algunas mejor conservadas que otras.

Por Diego Escobedo



Durante las noches, caballeros cruzados se baten en duelos de espadas a la vista de los turistas, mientras un hechicero ataviado como Merlín asoma por la torre principal. Música de gaitas y el crepitar de las fogatas ayudan a completar la atmósfera artúrica del Castillo de Agua Clara. Fortaleza que no se ubica en Europa, ni fue construida en el Medioevo, sino en las cercanías de Placilla, Región de O´Higgins.
Construido por Alejandro Caerols, dueño del fundo, muchos lo apodan el “castillo escondido”, dada su aislada ubicación y por el hecho de que son pocos los turistas que han tenido la suerte de conocerlo. Y es que su dueño ha optado por no darle difusión al que considera su “proyecto de vida”, más allá de los tours que organiza directamente con hoteles de la zona.
Pero Caerols no fue el único que quiso convertir un pedazo de la Sexta Región en la Edad Media. No muy lejos de Agua Clara, en la comuna de Peralillo, se ubica el Castillo Lihueimo.  Construido a comienzos del siglo XX por la familia Errázuriz (descendientes del presidente Federico Errázuriz), consta de veinte habitaciones y es la casa principal del fundo. Quienes se acercan a tomar fotos no divisan a caballeros con yelmo y escudo custodiándolo, pero sí a un par de huasos de camisa y chupalla. Un sincretismo que se repite a lo largo del país, en todas aquellas construcciones que buscaron imitar a un castillo medieval, a una escala mucho menor y adaptándolo a distintos contextos.

De fortalezas a casonas

Según la RAE, un castillo corresponde a un “lugar fuerte, cercado de murallas, baluartes, fosos y otras fortificaciones”. De ahí que en estricto rigor, los únicos castillos de Chile fueron los construidos por los conquistadores españoles en el siglo XVII en la zona de Valdivia. Este sistema de fuertes tenía como propósito defender la zona de las incursiones de corsarios holandeses e ingleses.
También es posible mencionar el Castillo Hidalgo. Edificado en 1814, tras el fin de la Patria Vieja, su privilegiada ubicación, en la cima del cerro Santa Lucía, le aseguraba a las fuerzas españolas una buena defensa de la ciudad a la espera del contraataque patriota. Más adelante, con la república ya consolidada, el romanticismo en Europa y una visión idealizada del medioevo impulsaron que los castillos fueran recuperados con una función decorativa.  “Este ideario va a meterse de lleno en la cultura popular con los cuentos de hadas y Disney, por ejemplo, que van a llevar a esta idealización de los castillos. Dentro de esta idea romántica, ligada a la arquitectura inglesa o alemana, va a aparecer esta idea de “casa-castillo”. Que se manifiestan en la utilización de ciertos elementos, como el torreón, las almenas, o murallas”, cuenta Diego González, profesor de arquitectura de la Universidad Católica.

Ejemplo de lo anterior es el mismo Castillo Hidalgo. Medio siglo después de su construcción, y durante la remodelación del peñón Santa Lucía, el intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna recuperó la construcción de los españoles, y sumó más torres y murallas con almenas, entre otros elementos, al remozado cerro.
Poco después, el presidente Jorge Montt ordenó edificar en 1896 el imponente edificio Parque General de Armas y Municiones. La construcción almacenó en sus inicios al museo militar y a los Arsenales de Guerra del Ejército, emulando a un imponente castillo en medio de la capital.
Tanto en Chile como en Europa, distintos palacios fueron construidos con el nombre de “castillo”. “Al castillo se le comienza a denominar más a lo que parece un castillo que a un fuerte militar. Pero como tipología, las “casas-castillo”, se establecen como tal debido a una idea romántica. Es un concepto muy variable. La Casa Roja de Bellavista, por ejemplo, responde a una arquitectura victoriana, pero se le dice castillo. Son casas eclécticas, románticas, así como hay casas que imitan el estilo griego o egipcio, por ejemplo”, señala González.


De ahí que María Paz Valenzuela, profesora de arquitectura de la Universidad de Chile, prefiere hablar de “casas-villa” en lugar de casas-castillo, y enfatiza que se trata de un concepto que nace “por denominación común de la gente, no por denominación arquitectónica. Es una construcción cultural que a lo que obedece en realidad es a grandes casonas de comienzos del siglo XX. En general son casas muy grandes, rodeadas de jardín, que buscan evocar estilos historicistas”, afirma Valenzuela, y pone como ejemplo a casas balneario ligadas a grandes fortunas de la época, como el Castillo Wulff en Viña del Mar o el abandonado Castillo Ferreiro en Cartagena.

El revival

Durante la primera mitad del siglo XX se vivió en Chile un renovado interés por la arquitectura gótica y tudor, lo que resucitó el interés por los castillos. De esta época data el Castillo Forestal, construido en 1910 frente al Museo de Bellas Artes por el arquitecto y diplomático Álvaro Casanova Zenteno, quien se inspiró en los castillos del río Loira en Francia para construir su propio “castillito”. Tras la muerte de su dueño, pasó por varias manos hasta convertirse finalmente en un restaurant chileno-francés. El Castillo Ortúzar (también llamado “Palacio Ortúzar) de Nuñoa, por su parte, fue construido en 1929 por encargo del abogado Eugenio Ortúzar Rojas. Funcionó como residencia de su familia hasta que fue comprado en 1960 por Carabineros.


Un poco más accidentada fue la historia del Castillito Sermini. Construido en 1936 por el empresario de origen italiano Anselmo Sermini, estuvo a punto de ser demolido en 2014, hasta que fue comprado por la Municipalidad de Providencia. Tras pasar un breve tiempo abierto a la comunidad, actualmente se encuentra en proceso de restauración, con miras a convertirse en un museo del barrio. Destino similar le tocó a la ex residencial “El Castillo”, de Cartagena, la cual fue adquirida hace poco por la Municipalidad con miras a convertirla en un centro de emprendimiento.
No todos los castillos corrieron la misma suerte. El Castillo Dávila, por ejemplo, ubicado en la calle Santa Lucía frente a la plaza Benjamín Vicuña Mackenna, funcionó como la embajada de Italia hasta 1953, año en que fue demolido. Lo mismo pasó con la sede original del Colegio Notre Dame. Ubicada en Pedro de Valdivia 2776, el palacio de estilo tudor, y apodado “El Castillo” por los vecinos y los alumnos, albergó durante medio siglo al recinto educacional, hasta que fue demolido en 2007 para construir edificios de departamentos.

Por lo demás, muchos “castillos” han logrado sobrevivir al paso del tiempo. Reinventados como espacios culturales o simplemente propiedades privadas, persisten como mudos testigos de una Edad de Oro que no fue, a la espera de un poderoso Rey Arturo o un soñador Don Quijote que los devuelva a su época de gloria.


* Rodrigo Guendelman publicó una versión resumida de este reportaje en livegap.cl y en santiagoadicto.cl

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