A lo largo de nuestro país
existen distintas construcciones que emulan las características de los
castillos europeos. Torreones, murallas altas y almenas son algunos de los
elementos que decoran a estas construcciones, buscando imitar, a pequeña escala,
el ideal de fortaleza medieval. Aunque no existe una clasificación clara desde
la arquitectura para este tipo de construcción, la denominación popular ha
bautizado como castillos a distintas casonas, algunas mejor conservadas que
otras.
Por Diego Escobedo
Durante las noches, caballeros cruzados
se baten en duelos de espadas a la vista de los turistas, mientras un hechicero
ataviado como Merlín asoma por la torre principal. Música de gaitas y el
crepitar de las fogatas ayudan a completar la atmósfera artúrica del Castillo
de Agua Clara. Fortaleza que no se ubica en Europa, ni fue construida en el
Medioevo, sino en las cercanías de Placilla, Región de O´Higgins.
Construido por Alejandro Caerols,
dueño del fundo, muchos lo apodan el “castillo escondido”, dada su aislada
ubicación y por el hecho de que son pocos los turistas que han tenido la suerte
de conocerlo. Y es que su dueño ha optado por no darle difusión al que
considera su “proyecto de vida”, más allá de los tours que organiza directamente
con hoteles de la zona.
Pero Caerols no fue el único que
quiso convertir un pedazo de la Sexta Región en la Edad Media. No muy lejos de
Agua Clara, en la comuna de Peralillo, se ubica el Castillo Lihueimo. Construido a comienzos del siglo XX por la
familia Errázuriz (descendientes del presidente Federico Errázuriz), consta de
veinte habitaciones y es la casa principal del fundo. Quienes se acercan a
tomar fotos no divisan a caballeros con yelmo y escudo custodiándolo, pero sí a
un par de huasos de camisa y chupalla. Un sincretismo que se repite a lo largo
del país, en todas aquellas construcciones que buscaron imitar a un castillo
medieval, a una escala mucho menor y adaptándolo a distintos contextos.
De fortalezas a
casonas
Según la RAE, un castillo
corresponde a un “lugar fuerte, cercado de murallas, baluartes, fosos y otras
fortificaciones”. De ahí que en estricto rigor, los únicos castillos de Chile
fueron los construidos por los conquistadores españoles en el siglo XVII en la
zona de Valdivia. Este sistema de fuertes tenía como propósito defender la zona
de las incursiones de corsarios holandeses e ingleses.
Poco después, el presidente Jorge
Montt ordenó edificar en 1896 el imponente edificio Parque General de Armas y
Municiones. La construcción almacenó en sus inicios al museo militar y a los Arsenales
de Guerra del Ejército, emulando a un imponente castillo en medio de la capital.
Tanto en Chile como en Europa,
distintos palacios fueron construidos con el nombre de “castillo”. “Al castillo
se le comienza a denominar más a lo que parece un castillo que a un fuerte
militar. Pero como tipología, las “casas-castillo”, se establecen como tal
debido a una idea romántica. Es un concepto muy variable. La Casa Roja de
Bellavista, por ejemplo, responde a una arquitectura victoriana, pero se le
dice castillo. Son casas eclécticas, románticas, así como hay casas que imitan
el estilo griego o egipcio, por ejemplo”, señala González.
De ahí que María Paz Valenzuela,
profesora de arquitectura de la Universidad de Chile, prefiere hablar de “casas-villa”
en lugar de casas-castillo, y enfatiza que se trata de un concepto que nace “por
denominación común de la gente, no por denominación arquitectónica. Es una
construcción cultural que a lo que obedece en realidad es a grandes casonas de
comienzos del siglo XX. En general son casas muy grandes, rodeadas de jardín,
que buscan evocar estilos historicistas”, afirma Valenzuela, y pone como
ejemplo a casas balneario ligadas a grandes fortunas de la época, como el
Castillo Wulff en Viña del Mar o el abandonado Castillo Ferreiro en Cartagena.
El revival
Un poco más accidentada fue la
historia del Castillito Sermini. Construido en 1936 por el empresario de origen
italiano Anselmo Sermini, estuvo a punto de ser demolido en 2014, hasta que fue
comprado por la Municipalidad de Providencia. Tras pasar un breve tiempo
abierto a la comunidad, actualmente se encuentra en proceso de restauración,
con miras a convertirse en un museo del barrio. Destino similar le tocó a la ex
residencial “El Castillo”, de Cartagena, la cual fue adquirida hace poco por la
Municipalidad con miras a convertirla en un centro de emprendimiento.
No todos los castillos corrieron
la misma suerte. El Castillo Dávila, por ejemplo, ubicado en la calle Santa Lucía
frente a la plaza Benjamín Vicuña Mackenna, funcionó como la embajada de Italia
hasta 1953, año en que fue demolido. Lo mismo pasó con la sede original del
Colegio Notre Dame. Ubicada en Pedro de Valdivia 2776, el palacio de estilo
tudor, y apodado “El Castillo” por los vecinos y los alumnos, albergó durante
medio siglo al recinto educacional, hasta que fue demolido en 2007 para
construir edificios de departamentos.
Por lo demás, muchos “castillos”
han logrado sobrevivir al paso del tiempo. Reinventados como espacios
culturales o simplemente propiedades privadas, persisten como mudos testigos de
una Edad de Oro que no fue, a la espera de un poderoso Rey Arturo o un soñador
Don Quijote que los devuelva a su época de gloria.
* Rodrigo Guendelman publicó una versión resumida de este reportaje en livegap.cl y en santiagoadicto.cl
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